La inteligencia artificial está cada vez más cerca de las personas y de sus hábitos diarios, y aunque desde hace tiempo que esta afirmación parece estar en el aire, lo cierto es que hoy en día podemos encontrar cada vez más productos realizados con inteligencia artificial, tanto de corte comercial, como anuncios y publicidad, como más de corte artístico, incluyendo pinturas, canciones y hasta textos.
Por si eso fuera poco, en algunas ofertas laborales han comenzado a solicitar el uso de la inteligencia artificial como una parte clave para ser aceptados en determinados puestos y esto, sumado al apoyo que recibimos en las labores domésticas, personales y sociales mediante inteligencia artificial, nos confirma que hemos avanzado por un camino sin retorno hacia el acceso y uso de la inteligencia artificial que será cada vez más amplio y popular.
Hasta aquí, podría parecer que solo son ventajas. La inteligencia artificial ofrece la posibilidad de terminar el trabajo más rápido, de aumentar la creatividad y de complementar las labores para agilizarlas y perfeccionarlas… incluso nos permite tener un amante virtual si no tenemos tiempo de buscarlo en la vida real. Sin embargo, estos avances que rayan en un tono distópico también tienen desventajas y hasta riesgos que amenazan la vida como la conocemos, pero que no siempre volteamos a ver ni tomamos en cuenta al usar y democratizar el acceso a la inteligencia artificial, tema que está comenzando a incomodar a algunas personas.
Los testimonios de un experto en inteligencia artificial
Ante esta reciente, pero muy grande, difusión del uso de la inteligencia artificial en el trabajo y la intimidad, algunos expertos en tecnología han comentado su preocupación. Por ejemplo, hace no mucho, uno de los empleados de Google que estaba trabajando en el desarrollo de LaMDA, IA que funciona al estilo de ChatGPT, aseguró que esta tecnología era capaz de ser consciente y su teoría lo llevó al grado de pelear por los derechos de esta herramienta e incluso de perder su empleo.
Como este caso, hay uno más reciente: el de Geoffrey Hinton, quien recientemente renunció a Google para poder hablar con libertad de los riesgos que supone el uso de la inteligencia artificial para la sociedad.
Hinton fue uno de los investigadores pioneros en el tema de la inteligencia artificial. De hecho, desde 2012 él y un grupo de sus alumnos trabajaron en una tecnología que sirvió de base para los avances actuales de la IA generativa, la cual impulsa chatbots como el popular ChatGPT. Sin embargo, en esta semana él decidió renunciar a su cargo en Google, que ocupó desde hace más de una década, con la intención de poder advertir al mundo sobre los riesgos de esta tecnología y su uso. Incluso, reconoció que se arrepiente de haber trabajado en ello durante su vida.
Parte de las razones por las cuales Geoffrey Hinton está ahora arrepentido y teme por el futuro del uso de la inteligencia artificial tiene que ver con los siguientes puntos:
- Desinformación. Dado que los avances de la inteligencia artificial son cada vez mejores y que en poco tiempo se nota la calidad que han encontrado, es muy probable que dentro de poco sea casi imposible distinguir un producto fotográfico, un texto o un video real de uno falso. Esto representa una amenaza al momento de verificar datos y fomenta la desinformación, lo cual puede provocar importantes conflictos en la sociedad. De por sí, la batalla contra las fake news lleva tiempo sucediendo en internet, pero los pocos filtros que se han podido diseñar se quedarán cortos ante los alcances de la IA.
- Desempleo. Aunque esto parezca salido de una novela de ciencia ficción, entre mayor uso de inteligencia artificial tengamos en los empleos, menor será la necesidad de personal por parte de las empresas; una amenaza para muchas profesiones que podrían ser cada vez menos necesarias.
- Competencia sin límites. Debido a que compañías como Microsoft y Google están en constante competencia por tener los últimos avances en inteligencia artificial, la sensación de carrera podría provocar un crecimiento desmedido y sin suficiente contraparte ética por lo apresurado de su desarrollo. “Creo que hasta que hayan entendido si pueden controlarlo, no deben desarrollar más esto”, dijo Hinton.
