La sociedad actual es sumamente competitiva en todos los sentidos. En muchos casos no solo se trata de quién tiene el mejor coche, o el mejor empleo. Aunque parezca increíble, muchos padres compiten por quién tiene los mejores hijos. Esta situación puede provocar que los niños sean sometidos a una fuerte presión y múltiples exigencias por parte de sus padres. Hoy hablamos de padres exigentes con sus hijos y como les puede perjudicar
Los psicólogos advierten con frecuencia que la búsqueda de hijos perfectos por padres exigentes puede causar problemas emocionales. La psicóloga Madeleine Levine, escritora de “The Price of Privilege” advierte en dicho libro que cuando los padres son muy exigentes con sus hijos, en realidad los privan de la felicidad y pueden causarles depresión.
Es a causa de estas consecuencias que resulta importante identificar si como padres, estamos siendo demasiado exigentes con nuestros niños. Pudiendo evitar así que la situación empeore y se afecte la salud emocional de los pequeños.
¿De qué manera se puede saber si somos padres exigentes?
Los padres que buscan hijos perfectos incrementan enormemente los niveles de exigencia hacia ellos. Por ejemplo, si obtienen un 8 en un examen, en lugar de felicitarles y hacerles sentir orgullosos por su logro, los padres exigentes se enojarán y los presionarán para que obtengan un 10.
Afortunadamente, existen algunas características que nos permiten darnos cuenta con facilidad si estamos siendo padres exigentes. En caso de estar aplicando alguna de estas en casa, debe modificarse a la brevedad posible.
Demasiadas reglas
Los padres exigentes suelen imponer un número exagerado de reglas en casa que deben cumplirse en todo momento.
Poner normas en el hogar está bien, estas ayudan a que los niños sean conscientes de su rol en casa y participen en actividades como la limpieza, pero el exceso de estas puede causar frustración, rencor y malestar.
Chantajean emocionalmente a los niños
El chantaje emocional es otra característica distintiva de los padres exigentes, demasiado exigentes. Esta situación puede resultar muy dañina para los niños. Un ejemplo de esto es amenazarlos con frases como “haz tu cama, o me enfadaré contigo”.
De esta forma, se instaura una presión psicológica sobre los niños que puede llegar a ocasionarles estrés. En lugar de esto, es preferible optar un trato más amable con incentivos positivos, evitando los chantajes y situaciones parecidas.
Los regañas con mucha frecuencia
¿Cómo se resuelven los conflictos en casa? Los niños muchas veces toman decisiones sin pensar o evaluar las consecuencias de sus actos. Los padres exigentes suelen regañar y hasta castigar con mucha severidad los errores cometidos por los niños.
Las consecuencias de esto van desde frustración hasta ira e inseguridad. Es importante no ser tan severos y hacer saber a los niños que su comportamiento fue incorrecto de una forma amable, sin recurrir a discusiones o regaños.
Recurres a amenazas para que sigan instrucciones
Amenazar a los niños para que obedezcan no es para nada algo bueno. De hecho, puede ser un factor que contribuya a las asperezas de la relación entre padres e hijos. En lugar de amenazar, llama su atención de manera amorosa y calmada, explicándoles la situación para poder remediarla.
¿Qué consecuencias tiene ser un padre perfeccionista?
Los niños con padres exigentes desarrollan problemas con su personalidad y su autoestima al crecer. Es por ello que es muy importante evitar estos comportamientos hacia los niños y eliminarlos de inmediato en caso de que existan. Algunas de las principales consecuencias de un trato exigente por parte de los padres son:
Autoestima baja
Los niños que se acostumbran a la exigencia paternal pierden la capacidad de tener autonomía y poder de decisión. Esto hace que su autoimagen se vea negativamente afectada, influyendo en su capacidad de socializar y relacionarse con los demás.
Dependencia emocional y pasividad
Un niño con padres exigentes buscará constantemente la aprobación exterior, perderá su libertad personal y su espontaneidad. Al mismo tiempo, siempre esperará que los demás le digan que hacer y no tomará decisiones por sí mismo.
Poca emotividad
Los pequeños que han experimentado esta clase de situación en casa suelen cohibir sus emociones. Los padres demasiado exigentes suelen obligan a los niños a reprimirse y ajustarse a las situaciones. Por ejemplo, si están en un restaurante elegante, no les permitirán reír fuerte.
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Licenciado en Ciencias Biológicas con más de 30 años de experiencia en educación como docente en el Centro de formación ACN y creador de Blogs educativos: educapeques.com, educayaprende.com, escuelaenlanube.com, docenciaparalaformacionenelempleo.es. Actualmente imparto cursos de formación profesional en la Academia de Valdepeñas